Acabamos de estrenar esa “nueva normalidad” que tanto hemos ansiado estos meses. Y si es nueva es sobre todo porque hay algunos aprendizajes que hemos adquirido durante el confinamiento que nos han cambiado por completo.
Se decía mucho al principio del estado de alarma que esta experiencia nos iba a transformar, a cambiar nuestros valores, nuestras prioridades, nuestra forma de entender y vivir en este mundo. Y vaya si lo ha hecho.
Y aunque a cada uno de nosotros nos ha afectado de una forma, queremos resumir los 10 aprendizajes que consideramos comunes a todos.
1. No necesitamos ir siempre con prisas
De una de las primeras cosas que nos dimos cuenta al tener que parar en seco fue lo rápido que íbamos siempre en nuestra vida diaria. Las prisas eran nuestras fieles compañeras y, en consecuencia, tendíamos a no respetar los tiempos de nuestros hijos. Por eso debemos marcarnos como objetivo intentar que las prisas no marquen nuestro día a día, tener en cuenta que nuestros hijos pueden tardar más en hacer ciertas cosas y, por eso, debemos calcular los tiempos en función del tiempo que necesitan nuestros hijos y no en función del que necesitamos los adultos.
2. Nuestros hijos no jugaban lo suficiente al aire libre
Haber estado encerrados en casa durante este tiempo nos ha hecho apreciar mucho más el valor de disfrutar del aire libre. Por eso, cuando todo ha pasado, hemos prometido fomentar que nuestros hijos jueguen y aprendan al aire libre. La experta en innovación educativa Heike Freire apunta que “el contacto con la naturaleza es fundamental para la salud de nuestros hijos”. También destaca algunos beneficios: “El contacto con la naturaleza y el movimiento al aire libre es una prevención para la obesidad, para los trastornos de comportamiento, incluso para la dislexia, porque trabajar la inteligencia espacial a través de actividades que realizan los niños espontáneamente en la naturaleza, como explorar un espacio, es fundamental para desarrollar la inteligencia matemática o el lenguaje”.
3. Es fundamental que desarrollemos su inteligencia emocional como escudo protector ante la adversidad
No sabemos si en el futuro nuestros hijos e hijas tendrán que volver a enfrentarse a una coyuntura tan complicada como la actual, lo que es seguro es que no vamos a poder evitar es que pasen por circunstancias difíciles. Por ello, está en nuestras manos, madres y padres, dotarles de herramientas que les sirvan para afrontar las adversidades y la imprevisibilidad de la vida.
Entre estas herramientas, el desarrollo de la inteligencia emocional deviene indispensable, pues esto les ayudará a desarrollar su autonomía, su resiliencia (la capacidad de adaptarse y sobreponerse ante situaciones complicadas), a entender qué emociones están sintiendo y canalizarlas de la mejor forma posible.
4. Necesitamos pasar tiempo con la familia
Otra de las grandes conclusiones que extraemos de esta temporada encerrados es que, con las prisas de antes, muchos de nosotros no pasábamos suficiente tiempo con nuestros hijos e hijas. El haber estado encerrados las 24 horas juntos, haber charlado, jugado, incluso habernos peleado, todos los momentos que hemos pasado nos han hecho valorar más lo bonito y valioso que es pasar tiempo en familia.
5. Las tecnologías pueden ser grandes aliadas
Seamos sinceros, muchas veces hemos «echado pestes» de ellas y, durante este confinamiento, las hemos utilizado para casi todo: trabajar, mantener vídeo llamadas con la familia y amigos, hacer deporte, copiar recetas, ver series, películas, documentales, jugar… Y no nos vamos a engañar, nos hemos reconciliado con ellas. Tanto que incluso nos hemos planteado qué hubiera sido de nosotros sin ellas.
6. Iniciar la desescalada tecnológica
Sí, nos hemos reconciliado con ellas, pero también hemos abusado de ellas y durante este confinamiento hemos relajado las medidas respecto al uso de las tecnologías, pues necesitábamos usarlas para tener contacto social con nuestros familiares y seres queridos, para que los niños “siguieran” con las clases desde casa, para entretenernos ante tantas horas que tenían los días… Pero al igual que poco a poco vamos retomando costumbres de la “normalidad” a medida que avanzamos en la desescalada, también tenemos que hacer lo propio en cuanto a las reglas de uso de la tecnología. No podemos olvidar que un mal uso de las mismas puede tener consecuencias en el cerebro de los niños, puede derivar en adicciones, afectar a su capacidad de atención, y tantísimos otros efectos adversos.
Por eso el uso responsable de los dispositivos digitales en la nueva normalidad empieza por llevar a cabo también esa desescalada tecnológica en familia.
7. Lo material nos da igual
Cuando empezaba la pandemia nos preguntábamos cómo seríamos como sociedad cuando todo acabara, cómo nos habríamos transformado. Muchas de las reflexiones apuntaban hacia una mayor valoración de lo social, de lo comunitario, de lo público, del nosotros por encima del yo. A medida que fueron pasando los días de la cuarentena, muchas de estas esperanzas para mucha gente se fueron disipando. En cambio, debemos ser optimistas, debemos acordarnos de todo lo que hemos aprendido en este tiempo y aplicarlo en nuestra nueva normalidad. No valorar tanto lo material y tener más en cuenta, como hemos dicho antes, el tiempo de calidad en familia, con amigos, en la naturaleza… ¿O qué es si no lo que más hemos echado de menos? Abrazar a nuestros seres queridos, sin duda.
8. Nuestros hijos tienen muchas cosas que enseñarnos
Y otra de las lecciones que nos llevamos, sin duda, de este confinamiento, ¡nuestros hijos son una caja de sorpresas! En realidad ya lo sabíamos, antes de todo esto también aprendíamos de ellos un poquito cada día, pero puede que durante la cuarentena nos hayamos dado aún más cuenta de ello. Observar a nuestros hijos e hijas no solo es fuente de aprendizaje, sino también de inspiración, de motivación, de alegría, de curiosidad, de esperanza… No nos olvidemos de esto al recuperar nuestras rutinas.