El coronavirus ha quitado o alterado el sueño, literalmente, a más de la mitad de los españoles. Así lo desvela un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza y del Centro Neuroactívate de tratamiento psicológico y neuropsicológico.
Entre esos problemas se incluyen: dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos o mayor somnolencia durante el día. Algo que no solo está afectando a los adultos, sino que también sufren los niños que, además, tienen más pesadillas, sueños extraños y mayor dificultad para dormirse ellos solitos.
De esto hemos hablado con Gonzalo Pin, médico pediatra del hospital Quirónsalud de Valencia, y especialista en el sueño, que nos ha dado los siguientes consejos a las madres y padres:
- «Es muy importante que las madres y padres sepan que es normal, que es una respuesta fisiológica completamente saludable y normal en los niños, igual que en los adultos. Cuando nos vamos a la cama, nos vamos con la mochila de lo que hemos hecho durante el día, y el sueño lo estamos preparando durante todo el día. Dormimos según vivimos y vivimos según dormimos. Y nuestra forma de vivir ha cambiado totalmente, el niño ha perdido todos sus referentes sociales: ya no va al colegio, ya no juega en el parque con sus amigos, ya no está en el patio… tiene una serie de señales externas que van adecuando su reloj interno al medioambiente donde vive. Entonces ahora se está produciendo un desajuste entre el reloj interno y las señales que recibe, por eso están un poco desorientados. Si los niños no hubieran reaccionado a estos cambios, entonces nos tendríamos que haber preocupado.
- Para que un niño duerma bien necesita tres cosas: seguridad, una buena afectividad y confianza en que el mundo está controlado. Y en este caso, especialmente la confianza y la seguridad, están un poco trastocadas. Entonces el niño o la niña va a necesitar que sus padres le den más seguridad y más confianza.
- Cuando el ser humano se encuentra en una situación de inseguridad lo que hace es volver a una situación de seguridad, hace una regresión a etapas más inmaduras, entonces por ejemplo el control de orina que había conseguido vuelve a no tenerlo. Es importante dejar claro que esto es normal y que lo que no podemos hacer es confundirlo con una enfermedad o un problema patológico. No es un problema patológico, es una respuesta a este cambio ambiental.
- Si sometemos a los niños a mucha información, estamos todo el tiempo preocupados y transmitiéndoles esa preocupación continuamente, es normal que sientan esa inseguridad. Por ejemplo, por la tarde, si salimos a las 20:00h a aplaudir, podemos salir con dos actitudes: podemos salir pensando que tenemos un problema enorme, que están los sanitarios en los hospitales que no pueden más… o podemos pensar que vamos a salir juntos al balcón y a aplaudir, agradecer, ver a los vecinos en sus balcones… Entonces, depende del mensaje que transmitamos, les trasladamos seguridad o no.
- Hay que exponer a los niños a la luz, ahora que ya pueden salir a pasear, pues salir con ellos por las mañanas, que tengan actividad física y actividad intelectual, especialmente por las mañanas. Que tengan unos horarios regulares de alimentación y que las cenas sean un par de horas antes de irse a la cama. Y en niños más pequeños hay una cosa que es fantástica que es contar historias, ya no leer cuentos, sino contar historias. La transmisión de la cultural oral, que ha hecho durante millones de años la humanidad, es uno de los mejores mecanismos para desactivar al niño y facilitar el sueño.