Decía Albert Einstein que «todos somos unos genios. Pero si juzgamos a un pez por su capacidad para trepar un árbol, pasará toda la vida creyendo que es un estúpido«.
Esta frase nos descubre la importancia de ayudar a nuestros hijos a descubrir sus talentos. Quizá no sea fácil, especialmente si nos hallamos sumidos en las prisas del día a día, pero si les observamos y escuchamos, veremos que hay actividades que les gustan más que otras, que se les dan mejor que otras… y si escarbamos un poquito más, daremos con ese talento que después tendremos que ayudarles a fomentar y trabajar.
Para ello tendremos que convertiremos en jardineros. Sí, sí, jardineros, Porque el talento de nuestros hijos es una semilla que hay, no solo que encontrar, sino que hay que plantar y regar para que crezca. El talento sin la compañía del esfuerzo se queda en nada.
Y en esta maravillosa ponencia de un evento Gestionando hijos, el experto en talento y liderazgo Fernando Botella nos trajo 5 esencias para hacer la labor de jardineros. En definitiva, para potenciar el talento de nuestros hijos.
Te dejamos que la disfrutes.
- La primera es la importancia de la preparación para no dejar todo el espacio al azar. “Todo lo que habéis conseguido los que estáis aquí ha sido muy dependiente de vuestro esfuerzo. No lo olvidemos, porque hay ahora una cultura, en mi opinión, que rechaza mucho más que antes el esfuerzo. Recuperemos eso”, nos dijo.
- La segunda esencia la resume así: “Demos más peso a sus sueños que a nuestras excusas (lo que no conseguimos y quisimos ser, lo que hemos proyectado para ellos). Escúchenles, pregúntenles, dedíquenles el tiempo a desarrollar eso que más les gusta”. Fernando nos recuerda que los padres y las madres “tenemos esa costumbre de etiquetar lo que vale de lo que no vale. Ponemos etiquetas ya a nuestros propios niños de pequeñitos. Les decimos: “De tocar el violín no vas a poder vivir”, “Si estudias formación profesional vas a ser un Don Nadie”. Pero, ¿alguien de aquí sabe cuáles van a ser las profesiones del futuro?”.
- La tercera esencia, nos dice Fernando, tiene que ver con “el entusiasmo, que viene del griego y significa divinidad. Cuando quitamos el entusiasmo a nuestros hijos por algo en lo que quieren volcarse, les estamos quitando su divinidad. El entusiasmo se contagia. Ayudémosles a desarrollarlo. La ilusión es la pulsión vital más importante que tenemos para marcarnos metas y para luchar por ellas. Cuando consiguen el entusiasmo consiguen dos cosas fundamentales: conectarse con la vida, conectarse con la profesión, y concentrarse, estar en lo que tienen que estar, poner el esfuerzo en eso, entretenerse con lo que hacen y divertirse”.
- La cuarta esencia la resume Fernando en una frase de Walt Disney: “La mejor manera de empezar algo es dejar de hablar de ello y empezar a hacerlo”. “Soy un gran defensor del verbo hacer”, nos dice Fernando. “He oído a muchos padres decir que sus hijos empiezan muchas cosas y no terminan nada. Pero yo cambiaría y diría: “¡Prueba! ¡Empieza!”. ¿Sabes que alguna de las veces en la que vas a empezar algo puedes encontrarte el talento de tu vida?”. Nos explicó Fernando también la fórmula n+1, que explica así: “Empieza, hazlo n veces, pero también respeta el n+1: en aquello con lo que te conectes y te guste, el 1 quizá sea más importante que la n. Es como si tuvieras una piedra muy grande y en el centro hay un diamante. Y estás dando con el pico golpes, has dado 90 golpes y te vas, abandonas. Es en el golpe 91 en el que la piedra se va a romper. No dejes aquello que ya te gusta, aquello con lo que estás conectado y con lo que te has concentrado. Es la cultura del esfuerzo de empezar y seguir. Claro que puedes empezar y abandonar, pero abandona eligiendo”. Si nuestro hijo o hija han encontrado su pasión, nos cuenta Fernando, “le va a tocar trabajar, ser perseverante, repetir el esfuerzo en el tiempo. Woody Allen lo contaba así: “Me ha costado 40 años tener éxito de la noche a la mañana”. “
- La quinta esencia tiene que ver con la fórmula del agua, H2O. Fernando nos cuenta que en esta fórmula hay dos haches. La primera es humildad, que viene de humus y significa cultivo. “Significa enseñar a los niños que vivan la vida continuamente con una mente de aprendiz”. “La segunda H es la de “humor”. Tomarse las cosas con sentido del humor es la forma de desarrollar la mejor actitud, la mejor forma de enfrentarse a cualquier hecho”, según Fernando. “Esa humildad y ese humor generan la O que me gusta llamar oportunidad. La búsqueda de oportunidades nace de la humildad y de cómo nos enfrentamos a los hechos con humor”.
Fernando concluyó su intervención con una frase llena de ternura: “Un día sin risa y sin amor, sin ninguna duda, es un día perdido”.