Las redes sociales están ahí, forman parte de nuestra vida y de la de nuestros hijos. Pretender que no sea así no parece realista, por tanto, quizás deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en enseñar e inculcar a nuestros hijos un buen uso, más que pretender que no las usen, tal y como ocurre con muchísimas otras herramientas, que no son buenas o malas, lo nocivo o beneficioso es el uso que hacemos de ellas.
Según un estudio de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins los jóvenes de 13 a 17 años que pasan más de tres horas al día en las redes tienen más dificultades para lidiar con la ansiedad o la depresión que los adolescentes que no las usan. De ese estudio puede concluirse que a menor uso de las redes sociales, mejor salud para los adolescentes. Por tanto, uno de los temas que debería preocuparnos es el número de horas que nuestros hijos pasan interactuando en redes sociales, pero no es lo único.
Para ayudarte en este propósito, y con la ayuda de varios expertos, hemos preparado algunas claves que pueden ser de utilidad:
- Ser un buen ejemplo para nuestros hijos. Llevar a cabo acciones que sean una referencia para ellos
Nuestros hijos aprenden por imitación, es decir, nos aprenden a nosotros. No podemos pretender que ellos hagan un buen uso de las redes sociales o la tecnología si nosotros estamos haciendo todo lo contrario. La psiquiatra Marian Rojas Estapé nos propone algunas medidas cotidianas para dar buen ejemplo a nuestros hijos y evitar que la tecnología sea “un disruptor constante de nuestra vida en familia”:
- Quitar las notificaciones que aparecen en pantalla y nos distraen.
- Poner el teléfono en modo avión en determinados momentos del día y así asegurarnos nuestra desconexión diaria para prestar atención a nuestra vida familiar, la más importante.
- Cuando estemos hablando con nuestros hijos, prestarles atención al 100%, que esa atención sea como un “piropo” para ellos. Si a la vez que estamos hablando con ellos estamos mirando el teléfono móvil, la atención no será plena y estaremos dando un mal ejemplo.
- No convertir las redes sociales en un tema de enfrentamiento con nuestros hijos.
Convertir el uso de las redes sociales en un tema de enfrentamiento nos va a alejar de nuestros hijos y, quizás, dificulte la salida de su posible adicción.
Nos hace falta convencerles desde la tranquilidad, no tratando de cambiar sus hábitos en un día. Intentar enseñarles la utilidad que pueden sacar a su tiempo con todo ese tiempo si lo utilizan adecuadamente.
- Ayudar a nuestros hijos a saber gestionar el estrés y el aburrimiento sin necesidad de acudir a la adicción de las redes sociales.
La doctora Rojás Estapé señala que tanto nosotros como nuestros hijos utilizamos los dispositivos para tratar de calmar nuestro aburrimiento y estrés. Somos nosotros quienes debemos tomar conciencia de ese uso aparentemente terapeútico y tomar medidas. A nuestros hijos les debemos ayudar a calmarse de forma interna, no acudiendo a elementos externos, como puede ser el móvil o la tableta, proponiendoles actividades, planes, conversaciones que les ayuden a mitigar ese aburrimiento y estrés sin utilizar las redes sociales, las pantallas.
- Ayudarles a que encuentren un sentido a sus publicaciones
El filósofo José Carlos Ruiz recomienda que, cuando nuestros hijos nos digan que quieren abrirse un perfil en alguna red social, les hagamos reflexionar sobre cuál va a ser su aportación. Muchas veces las cuentas de Instagram, Facebook están llenas de contenidos vacíos. Enseñar a nuestros hijos a que sus publicaciones deberían aportar algo es un buen primer paso para que hagan un buen uso de ellos. Por ejemplo, si a nuestro hijo les encanta patinar, su cuenta de Instagram puede ir enfocada a esa actividad: subir imágenes de saltos, rutas en patines…
- Entrenar a nuestros hijos en la práctica de tres habilidades: el asombro, la curiosidad y el cuestionamiento.
Según el filósofo y escritor José Carlos Ruiz nuestra capacidad para que nuestros hijos y nosotros nos asombremos se reduce por “un mal uso de las pantallas siendo bombardeados continuamente por estímulos”. Despertar su curiosidad en temas cotidianos sobre los que muchas veces no nos planteamos preguntas (¿cómo funciona el agua caliente? ¿por qué se mueven los girasoles? ¿por qué el Cola Cao se disuelve en leche caliente y no en la fría?). El filósofo cordobés nos propone que finalmente ayudemos a nuestros hijos a cuestionarse los asuntos sobre los que han tenido curiosidad para así terminar el proceso.
- Acordar con nuestros hijos normas de uso con respecto a las horas
El profesor y divulgador Óscar González recomienda pactar unas horas de uso de las pantallas. Sugiere que intentemos que esas normas estén pactadas desde el principio para que sea una norma prefijada sobre la que no haya que discutir continuamente. De la misma forma que pactamos el horario de llegada a casa, debemos incluir el uso de las tecnologías en esos pactos.
- Consensuar una serie de normas relacionadas con su privacidad y los contenidos que suben.
Óscar González propone, además, que el uso de las redes sociales lleve aparejado un código de conducta que consensuemos con ellos. Entre los aspectos que el experto sugiere acordar son las siguiente:
- No añadir a la red a personas desconocidas.
- Evitar indicar datos personales: dirección, colegio, teléfono…
- Tratar a los demás con respeto y sin mentiras: trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti.
- No están permitidos ni los insultos ni la invasión a la intimidad de otras personas.
- Si reciben un mensaje molesto, deben enseñarlo a sus padres o profesores y no contestar.
- Si reciben imágenes o vídeos de una agresión ponerlo en conocimiento de padres o profesores.
- Sustituir las tablets, los móviles con los juegos de mesa. Hablar, hablar y hablar.
El neurocientífico José Ramón Gamo propone los juegos de mesa con antídoto al uso adictivo de los dispositivos tecnológicos. Nos recuerda – irónicamente- que los juegos de mesa necesitan de varios participantes y, por tanto, de la previsible participación activa y atenta de los padres.
Los juegos de mesa nos dan una oportunidad para hablar, relacionarnos con nuestros hijos de una forma natural, espontánea en un ambiente de cordialidad. Además, con ellos trabajaremos la paciencia y la capacidad de esperar de nuestros hijos (desde que tiramos el dado hasta que nos vuelve a tocar a nosotros, tenemos que estar atentos a lo que hacen nuestros contrarios).
- Estar muy atentos a comportamientos diferentes, signos externos que delaten problemas.
Nuestros hijos pueden haber acabado en las “redes” de las redes sociales y ello puede provocarles trastornos de muy diferente tipo. Insomnio, irritabilidad o trastornos alimentarios (tal como se relata en el vídeo de Un uso love por la tecnología de Orange https://usolovedelatecnologia.orange.es/trastornos-alimentarios-y-redes-sociales/) Debemos estar atentos a esos signos externos que tienen su origen en ese mal uso de las redes sociales para devolver a intentar devolver a nuestros las riendas de su vida.
- Retándoles con inteligencia y psicología
Antes de llegar a un estadio adictivo podemos ayudarles a liderar su relación con las pantallas proponiéndoles retos que – si se cumplen- incluirán un reconocimiento por parte de los padres. Disminuir el número de horas, erradicar determinadas malas costumbres, mantener conversaciones prolongadas sin la interrupción de las pantallas pueden plantearse como mini retos que les ayuden a entender que quién debe mandar es el usuario sobre la pantallas y no al revés.