En mi casa somos unos grandes aficionados a la lectura. A parte de los ratos para leer que pueda sacar cada uno, tenemos noches dedicadas a la lectura en familia. Nos sentamos todos juntos y cada uno lee el libro con el que está en ese momento. Podríamos decir que nos gusta, igual que nos gusta ver películas en solitario y en familia, nos gusta leer en soledad pero también en grupo.
Un día, mi hijo dijo que podríamos buscar una zona de la casa y convertirla en biblioteca. Yo, en cambio, siempre he sido más partidario de que en cada una de las estancia de la casa haya libros, no solo en una. Pero mi hijo se refería a encontrar el mejor sitio de la casa para leer. Y me mencionó el sensor de luz y el de micrófono de los móviles o las tabletas. De esta forma, podríamos identificar que estancia de la casa es la más luminosa y la menos ruidosa. Rápidamente le dije a mis hijos que me encantaba la idea, que se pudieran a ello.
Los niños se pudieron a investigar cuál era el mejor sitio para leer de nuestra casa. Yo, como docente, se lo enseñé a mis alumnos y pusimos en marcha este proyecto: