Seguimos viendo imágenes de jóvenes acudiendo a fiestas clandestinas sin mascarilla y sin distancia de seguridad. Han pasado ya 9 meses desde que esta pandemia cambiase nuestras vidas y, sin embargo, parece que la de algunos jóvenes no ha cambiado en absoluto. ¿Hay alguna estrategia para conseguir que se conciencien de una vez por todas? Hablamos con Óscar Pérez Cabrero, psicólogo en el Centro de Psicología Álava Reyes.
¿De verdad son los jóvenes el colectivo menos concienciado sobre los riesgos que entraña esta pandemia?
Es cierto que habilidades como el autocontrol del comportamiento se aprenden con la edad, con la experiencia que dan los años, de ahí que la tendencia al riesgo esté más presente en la juventud. Sin embargo, debemos ser prudentes al hacer ciertas afirmaciones. Los jóvenes, pandemia aparte, son el colectivo con mayor nivel de socialización, el que más tiende a reunirse en grupos grandes y con mayor frecuencia. Es por eso que puede tener una mayor visibilidad lo que hagan, por lo que más allá de lo injustas que son las generalizaciones, tampoco disponemos de evidencia sólida para sentenciar que los jóvenes estén menos concienciados. Que un adolescente se quede en su casa respetando cuarentena no es noticia, como tampoco lo es que se pasee al aire libre con mascarilla para evitar contagios. Afortunadamente sí alcanzó la palestra mediática la iniciativa de unos chicos en Logroño que se afanaron en limpiar y arreglar los desperfectos que otros habían dejado la noche anterior. Tengamos todo esto presente a la hora de juzgar a un colectivo tan grande y tan heterogéneo.
¿Qué podemos hacer para concienciarles? ¿Vídeos cómo estos funcionan?
Los adolescentes funcionan a menudo como un espejo de los problemas que se dan en los adultos. Vídeos como éste son una excelente iniciativa, pero no olvidemos la ingente cantidad de bulos que vienen circulando en torno a la pandemia. Lo fácil que es extenderlos y lo difícil que es desmontarlos. No olvidemos tampoco la falta de consenso que hay en cuanto a las precauciones y la polarización a la que ha llevado eso: en los Estados Unidos ha llegado a tal punto que el uso de la mascarilla parece haberse convertido en un predictor del voto. En semejante escenario es ingenuo esperar que todos los jóvenes muestren una conducta ejemplar. Hay que empezar por poner el foco en los adultos, o muchos de los esfuerzos por concienciar serán estériles.
Prácticas irresponsables como las que estamos viendo… ¿deben preocuparnos? En el sentido de que estemos criando niños irresponsables, con falta de empatía… ¿O es algo aislado?
Sí, deben preocuparnos, pero para explicar comportamientos que se dan en grupo hay que analizarlos desde esa dimensión, la social, no enfocarse tanto en características individuales. Hasta el adolescente más responsable, si se ve rodeado de iguales con la mascarilla bajada, puede terminar quitándosela para mimetizarse con los demás. A mayor juventud, mayor vulnerabilidad a la presión grupal y mayor miedo al rechazo. Un ejemplo muy recurrente para ilustrar esto es el del tabaco. ¿Qué porcentaje de fumadores empezaron a fumar a esas edades y, precisamente, porque sus amistades lo hacían?
Podrías dar algunas pautas a esas madres y padres que nos están leyendo y que no saben cómo concienciar a sus hijos adolescentes….
- Lo primero, y siempre, cundir con el ejemplo respetando las medidas de seguridad.
- Ponerse en su lugar, mostrarles comprensión respecto a lo complicado que es respetar las medidas de distanciamiento social en una etapa de la vida en la que las relaciones de amistad cobran tanto protagonismo. En definitiva, valorar su sacrificio.
- Fomentar la comunicación con ellos, no enfocándose en el bombardeo informativo de noticias y medidas a tomar, sino mostrando interés por sus preocupaciones y las limitaciones que supone para ellos esta situación.
- Tener paciencia con ellos, no esperar que cambien de manera instantánea. Lo contrario lleva a un enfrentamiento contraproducente, a una necesidad de rebeldía.
- Ofrecerles alternativas de ocio, facilitarles planes de su agrado que minimicen el riesgo de contagio.