- Nuestros hijos se desenvuelven mejor que nosotros con las redes sociales y en todo el universo tecnológico, su vida siempre ha sido con ellas… pero esto no quiere decir que sepan hacer un uso responsable… Supongo que ahí está nuestro papel…
El mundo de las redes es un mundo social. Y en este mundo imperan las mismas normas que en el mundo social analógico. El papel de los padres es enseñar a sus hijos a moverse en este entorno de una forma responsable y respetuosa. El mayor miedo que tenían nuestros padres era del pervertido que se ponía a la salida de los colegios e intentaba engatusar a los niños con caramelos… Hoy en día todo esto ocurre online de una manera más furtiva… Pero en cierto modo los valores son los mismos. La interacción, aunque sea digital, sigue siendo entre humanos.
- Explicas en el libro que cuando nuestros hijos reciben un like en redes sociales, se activan en su cerebro los mismos neurotransmisores que cuando ganas una apuesta… ¿son realmente adictivas? ¿Deberían descargarse con un rótulo que alertara de esto?
No se me había ocurrido, pero no es mala idea. Lo que sí es cierto es que habría que educar mucho más a los padres y a los hijos en el uso responsable de la tecnología. Hay muchos jóvenes adictos al móvil. Y esto provoca que estén contigo, pero a la vez estén interactuando con otras 20 personas en su dispositivo. Acceden a muchas cosas, pero de una forma más superficial, y se hace difícil poder profundizar con ellos en un tema. Están perdiendo la capacidad de concentrarse bien en una solo cosa, porque hacen muchas cosas al mismo tiempo. Pero lo hacen de una forma tan automática, que no se dan cuenta. Tengo jóvenes en terapia que no aguantan los 50 minutos de sesión sin mirar el móvil…Me dicen: ¿Te importa que mire el mensaje que me acaba de llegar? No pueden ofrecerte su atención absoluta.
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Nadie publica sus miserias en redes… y aquí hay otro problema… vidas aparentemente idílicas que hacen no valorar la nuestra… ¿Corremos el riesgo de ser una generación de personas frustradas?
Creo que cada vez somos más conscientes de que la vida que se muestra en redes no es la real. O por lo menos, solo es una parte de nuestra vida, como has dicho, la parte más idílica, no la vida al completo. Nuestra tarea como padres es enseñar esto a nuestros hijos para evitar la frustración de la que hablas.
- A veces pedimos a nuestros hijos que no griten gritándoles y, también, que no usen tanto el móvil con un móvil en la mano… Parece contradictorio…
Si, el primer paso siempre es predicar con el ejemplo. Pero también es fundamental la comunicación. Tenemos que hablar con ellos de todo. Hablando muchas veces salen cosas que les ayudan, aunque no tengamos toda la información, aunque no seamos expertos en cada cosa.
- Más de 20 millones de personas trabajan como influencers en todo el mundo. La profesión del siglo XXI. No es de extrañar que mucha de la gente que nos está leyendo tenga un hijo o una hija que vaya a querer dedicarse a esto… ¿cuál sería la respuesta correcta cuando nos lo plantean?
En el libro hablo de una ex influencer que contaba lo fácil que es que te seduzca la idea de ser influencer. Acabas creyéndote que todo lo que haces tú es interesante, lo cual es una distorsión de la realidad muy grande. Lo que habría que preguntar a nuestros hijos es qué buscan con eso y que les va a portar. Y contarles que ser influencer se convierte en una esclavitud, tener que publicar continuamente algo interesante. Habría que hacer esta reflexión con nuestros hijos. Y que entiendan que corren el riesgo de abandonar el control de su vida, convertirse en un producto de marketing.
- Otro tema que tratas en el libro es el aburrimiento… Nuestros hijos ya no se aburren, porque con un móvil en la mano siempre hay algo que hacer… Y esto, que a priori puede parecer positivo, no lo es tanto, es necesario aburrirse…
Hace unos años se implantaron las pantallas de DVD detrás del asiento del conductor y del copiloto para que los niños pudieran ir entretenidos durante los viajes o trayectos en coche. Y yo me preguntaba: ¿qué ha pasado con el acto de mirar por la ventana e imaginarte cosas o hacer juegos con tus hermanos en el asiento de atrás, o charlas con tus padres? Los niños ya ven demasiadas pantallas, no veo porqué debemos meter una más en el coche.