Hay determinadas escenas que cada vez se repiten más. Estas son algunas:
- Un restaurante. Una familia comiendo. El más pequeño de la casa (unos tres años) no aguanta más tiempo sentado en la trona. Ha pasado ya casi una hora desde que le sentaron ahí y quiere bajarse a corretear por el restaurante, investigar que sucede a su alrededor. Se queja, llora, pide que le bajen. Los padres le insisten que no puede bajarse de la trona, no hasta que no hayan acabado todos de comer. El niño sigue llorando. Los padres, que no saben cómo hacerle callar para no seguir molestando al resto de comensales del restaurante, sacan su teléfono móvil y se lo dan al pequeño. Este se calma. El resto de la familia puede terminar de comer tranquilamente. El resto de las personas del restaurante también.
2. Una casa un martes por la tarde. Un niño de 8 años no quiere hacer los deberes. Dice que está cansado, que le han puesto muchos y que se quiere ir a jugar. Su madre le insiste. Tiene que hacer los deberes, de no hacerlo le pondrán mala nota en clase. Pero el niño no da su brazo a torcer. Se enfada. Cuando por fin accede a hacerlos se entretiene con una mosca. LLeva dos horas sentado en la silla y a ese ritmo llegará la hora de la ducha y no habrá terminado. El padre, que ya no sabe qué hacer para motivar a su hijo recurre a lo que más le gusta: «Juan, si acabas los deberes en media hora, te dejaré que juegues a la play station». Juan se pone contento y hace los deberes.
3. Todos los días lo mismo. Elena tiene muchos celos de su hermano Álvaro. ¿Qué hace para demostrarlo? Cada vez que su hermano está tranquila en el cuna, va a molestarle para que llore. La madre, que no soporta más la situación, cuando ve que esta situación se puede producir, le pone la televisión a Elena. De esta forma está entretenida y no se acuerda de los celos que siente de su hermano.
Son tres situaciones diferentes, y podríamos enumerar cientos de ellas, pero todas tendrían una cosa en común: el uso de los dispositivos electrónicos como chupetes emocionales.
Hablamos de esto con el psicólogo Rafa Guerrero, que nos da algunas claves sobre esta situación:
- Si cada vez que mi hijo se siente rabioso, triste o tiene celos de su hermana lo que hago es darle el móvil, más allá de este hecho concreto, estaremos reforzando muchas cosas a largo plazo que no son nada beneficiosas para él ni para su entorno. Que en el momento presente el móvil consiga que mi hijo deje de estar triste para estar más alegre, no quiere decir que en el presente sea positivo ni que en un futuro traiga cosas buenas. Si cada vez que tiene un mal día o siente una emoción desagradable, le doy el móvil o la tableta, le estoy anestesiando emocionalmente. ¡Qué pena que hagamos esto! Hemos perdido una gran oportunidad para que conecte con lo desagradable que es sentir miedo o tristeza.
- Las consecuencias no son solo a corto plazo, sino que a largo plazo el niño nos pedirá algún dispositivo electrónico que calme o anestesie su estado emocional, le evite la frustración y le impida hacerse cargo de sus emociones, afectos y actos. No consiste en que seamos crueles con nuestros hijos, pero sí en que les permitamos sentir una emoción, se la validemos, se la etiquetemos y les ayudemos a gestionarla.
- Si mi mujer o mi marido abusa tanto de los dispositivos electrónicos como mis hijos tenemos un problema grave. Somos ejemplos para nuestros hijos. Es fundamental que hablemos con nuestras parejas, que pongamos unas normas comunes y de mutuo acuerdo.
- El uso abusivo de los dispositivos electrónicos hace que me sienta dependiente del exterior para alcanzar mis objetivos. Así, por ejemplo, un niño que cada vez que se enrabieta sus padres le dan el móvil para que se calme, necesita del móvil para autorregularse. Si el móvil no estuviera no se calmaría porque sus padres no le han enseñado a regularse emocionalmente, depende de recursos externos.
- Cuantos más recursos internos tengamos, mejor. Si cada vez que nuestro hijo está enfadado o siente miedo le dejamos la tableta, a nivel cerebral se produce una asociación donde se conectan dos situaciones: “me siento enfadado” y “me tranquilizo con el móvil”. De tal manera que cada vez que en un futuro me sienta enfadado, necesitaré el móvil para alcanzar el equilibrio.7
- Los estudios científicos demuestran que niños que manifiestan un abuso de los dispositivos electrónicos (ven muchas horas la televisión, juegan mucho a los videojuegos o utilizan en exceso los móviles) tienen bajos niveles de concentración y de inhibición de impulsos. Esto quiere decir que los dispositivos electrónicos no favorecen las funciones de concentración, regulación emocional y control de impulsos. Estos niños y adolescentes tienen la corteza prefrontal más inmadura, menos desarrollada y menos conectada que otros niños de su edad que no abusan de dichos dispositivos. Además, presentan baja tolerancia a la frustración, dificultad para regular sus emociones, son más irascibles, etc.
Recomendaciones para poner en marcha con nuestros hijos ante los dispositivos electrónicos, por Rafa Guerrero:
- La solución no consiste en erradicar de nuestras vidas los dispositivos electrónicos, sino en aprender a gestionarlos de manera adecuada y sana.
- La mejor manera de gestionar adecuadamente un dispositivo electrónico no es dejar a nuestro hijo que explore la tableta o el móvil, sino enseñarle a usarlo mientras estamos con él. Al igual que no les dejaríamos un cuchillo o un coche sin supervisión para ver si se hacen con él, con los dispositivos electrónicos pasaría lo mismo.
- Cuando entremos en casa después de una larga jornada de trabajo, lo mejor que podemos hacer es poner nuestro móvil en modo avión y activar la wifi emocional con nuestros hijos.
- En vez de estimular tecnológicamente a tus hijos, trata de estimularlos cognitivamente. Los resultados a largo plazo serán mejores. Podemos potenciar la estimulación cognitiva haciendo puzles, practicando el juego simbólico, haciendo construcciones, jugando con muñecos, leyendo cuentos, jugando al escondite, etc. Todas estas actividades rellenan casillas de la rejilla, pues son necesidades afectivas de nuestros hijos que se cubren.
- Recuerda que somos modelos para nuestros hijos. Tus hijos te observan. Si queremos que hagan un buen y moderado uso de los dispositivos electrónicos, debemos empezar por nosotros.
- Estar en contacto con el móvil o la tableta mientras estamos comiendo no es nada recomendable. Si estamos comiendo con nuestros hijos y utilizamos el móvil, habremos perdido una buena ocasión para socializar y comunicarnos emocionalmente con ellos. En caso de que estemos comiendo solos, si utilizamos el móvil, los estudios concluyen que aumenta la probabilidad de sobrepeso, pues no somos conscientes de que estamos saciados por estar atendiendo el móvil.
- El mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es tiempo para estar con ellos. Dedicarles mucho tiempo y de calidad a nuestros cachorros es lo mejor que podemos hacer.
- La mejor herencia que les podemos dejar a nuestros hijos es un apego seguro. Esto es para toda la vida y dotará a nuestros hijos de recursos emocionales y sociales para relacionarse y regularse de manera sana con los demás.