La mayoría de madres y padres no tenemos ningún -o casi ningún- conocimiento sobre neurociencia, ¡y mucho menos aplicado a los niños! Sin embargo, saber cómo funciona nuestro cerebro y el de nuestros hijos e hijas en determinadas situaciones puede sernos de gran ayuda a la hora de educarles. Pongamos un ejemplo práctico: tu hijo tiene tres años y te monta un «numerito» en el supermercado a causa de una rabieta. En ese momento puedes pensar: este niño me está poniendo a prueba. Sin embargo, la ciencia nos dice que tan normal es que tu hijo con tres años tenga una rabieta como que se mee en la cama con uno. Sí, porque de igual manera que con un año no tiene control sobre sus esfínteres, con tres no tiene desarrollada el área del cerebro que se encarga de controlar sus impulsos y emociones (corteza prefrontal). Entonces, ¿por qué no nos enfadamos con nuestro hijo cuando se hace pis encima y si lo hacemos cuando coge una rabieta? Porque no entendemos cómo funciona su cerebro.
Por esta razón, la ponencia del neuropsicólogo José Ramón Gamo en nuestro último evento de Madrid, “Neurociencia en casa”, es una oportunidad fantástica para aprender algunas claves muy útiles para comprender mejor a nuestros hijos e hijas e incorporar en nuestro día a día técnicas que nos pueden ser de mucha ayuda en su educación.
3 cosas importantes que debes saber sobre el cerebro de tus hijos
José Ramón Gamo comenzó explicando la importancia de pasar de la inconsciencia a la irresponsabilidad. ¿Y qué quiere decir esto? Con el ejemplo que nos contó en la ponencia se entiende mucho mejor: “Si te vas a la Amazonía y te quieres dar un baño en el río Amazonas, y no sabes que hay pirañas y tiburones, pues eres un inconsciente. Pero si tu guía te avisa y tú, aún así, te bañas, eres un irresponsable”. En esto se basa el trabajo que realiza José Ramón Gamo, en que la gente pase de la inconsciencia a la irresponsabilidad basándose en la ciencia. Después de esta reflexión, pasó a darnos tres claves sobre el cerebro de nuestros hijos:
- El cerebro generador se mueve por la necesidad, por el placer y por la curiosidad. Por lo tanto, «si queremos que nuestros hijos e hijas sean productores de ideas y desarrollen su imaginación, lo que tenemos que hacer como madres y padres es generar escenarios de oportunidad”. Y ¿dónde están estos escenarios de oportunidad? José Ramón Gamo responde rotundamente: fuera de las pantallas. “Los niños tienen que relacionarse entre ellos por el cerebro colectivo, tienen que estar en la naturaleza”.
- Como José Ramón Gamo afirma, la neurociencia nos demuestra que “con un estilo conversacional abierto vamos a conseguir que nuestros niños tengan un mejor desarrollo de las funciones prelectoras, así como también un buen desarrollo de su función ejecutiva, esa parte que nos controla y nos permite hacer cosas inteligentemente”. Pero ¿qué es un estilo conversacional abierto y un estilo cerrado? Con el ejemplo que pone José Ramón Gamo nos queda clarísimo:
- Estilo conversacional cerrado: Cariño, ¿dónde has estado? ¿en el zoo? ¿Y qué has visto? ¿elefantes? ¿Y cómo tienen las orejas? ¿grandes? Y una trompa muy larga, ¿verdad?
- Estilo conversacional abierto: ¿Dónde has estado, cariño? Ajá. ¿Y qué has visto, cielo? Ajá. ¿Y cómo son? Ajá.
- Se ha demostrado que los niños y niñas que desde pequeños son elogiados por lo listos que son y sus logros se asocian a su increíble inteligencia y no a su esfuerzo, “llegan a la tapa adulta y se tienen que enfrentar a un problema que puede ser complejo y que anticipan mentalmente la posibilidad de fracaso, la tendencia es a no afrontar el problema”. Pero es que, además, si no les queda otra que enfrentarse a estas situaciones, “en el momento en que hay dificultades o fracasan, su nivel de resiliencia es mínimo. Es decir, abandonan, les afecta a la autoestima y empiezan las depresiones”. Por qué ocurre esto? Porque tienen miedo a perder la etiqueta de inteligentes. Sin embargo, los niños a los que se les ha elogiado el esfuerzo, no tienen miedo al resultado, se esfuerzan porque es lo que se espera de ellos.