Te vamos a pedir que hagas un ejercicio. Para hacerlo necesitamos que cojas tu teléfono móvil y entres en la red social que más usas. Bien, ahora que estás dentro, ve a tu perfil y cuenta las fotos que has publicado de tus hijos o hijas.
A esta práctica, cada vez más común, por parte de madre y padres de compartir fotos, vídeos o información acerca de sus hijos en redes sociales se le conoce por el nombre de Sharenting: share (compartir) + parenting (criar).
Vale, y ahora, piensa, ¿cuántas veces has pedido permiso a tus hijos para subir y hacer públicas estas fotos?
Te proponemos que mientras piensas la respuesta a la pregunta que acabamos de hacerte veas este vídeo:
Este vídeo forma parte de la campaña Por un uso Love de la tecnología de Orange, que pretende concienciar a las madres y padres de las consecuencias que puede tener el hecho de subir fotos de sus hijos e hijas a sus perfiles en redes sociales sin su consentimiento.
Un acto cada vez más habitual. De hecho, al cumplir los 6 meses, el 81% de los bebés tienen presencia en Internet, y antes de los 2 años, el 5% tiene un perfil propio en Facebook. ¿Conocemos las madres y padres de los peligros que esto conlleva? ¿Somos realmente conscientes de las consecuencias que puede traer lo que estamos haciendo?
De esto hablamos con el filósofo y escritor José Carlos Ruiz.
- José Carlos, ¿qué nos lleva a las madres y padres a colgar todo tipo de información y fotos de nuestros hijos en nuestras redes sociales sin su consentimiento? ¿no somos conscientes de las consecuencias?
Desconozco qué es lo que los padres/madres saben sobre los peligros que entraña publicar las fotos de sus hijos en internet, pero no creo que a ningún padre/madre que esté bien informado le dé igual las consecuencias que puede tener subir las fotos de sus hijos a las redes. El problema es que, a bote pronto, apenas alcanzo a recordar alguna campaña publicitaria que informe sobre dos cuestiones esenciales: a) la responsabilidad legal que tenemos como progenitores en estos casos y b) las posibles consecuencias negativas que pueden surgir de este tipo de comportamientos.
No logro comprender cómo en un mundo digital que ha venido para quedarse y en el que nos adentramos sin previo aviso, sin libro de instrucciones, sin mapas,… apenas existan campañas publicitarias o contenidos pedagógicos curriculares por parte de los organismos públicos que nos muestren estos dos aspectos.
- ¿Qué motivación hay detrás de este acto: mostrar a nuestros hijos en redes (sharenting)?
Supongo que cada uno tendrá sus propias motivaciones, no muy diferentes de las que siempre han existido. Casi nadie sube una foto de su hija/o haciendo algo malo o mostrando alguna actitud que lo pueda dejar en evidencia. Quiero pensar que el orgullo es uno de los principales factores por los que alguien quiere publicar las fotos de sus hijos en una red social “planetaria”. Pero supongo que entre otros motivos, también existirá el del reclamo publicitario de cara a sumar seguidores y likes y, en el peor de los casos, podremos encontrarnos con el motivo del lucro.
- Ayer vi en Facebook una publicación de un padre en la que aportaba una foto de las notas de su hijo (todo notables y sobresalientes) y escribía: “ha salido a su padre”. ¿Utilizamos a nuestros hijos para presumir de nosotros mismos?
Con este tipo de hechos lo que hacemos es derivar a una red social un acto de reconocimiento personal, algo que sí podría ser más preocupante. Esta exhibición pública de orgullo en torno a las notas de tu hijo puede ir asentando un hábito, cuanto menos preocupante, que consiste en infravalorar indirectamente el reconocimiento personal, la cercanía de un abrazo o de unas palabras para decirle “me siento orgullosa/o de ti”, “felicidades”… Todos estos son gestos que se circunscriben al ámbito de la intimidad y que ayudan estrechar vínculos. Pero al tener que hacerlo público corremos el riesgo de lanzar un mensaje indirecto que viene a decir que el reconocimiento privado, ese que nos ofrecen las personas que queremos y que nos conocen, no es suficiente, y se percibe como incompleto.
- José Carlos, escuchamos a una mamá en el vídeo diciendo: «no, no le he pedido permiso antes de subir la foto. La foto es mía y él es mi hijo». ¿Nos creemos con derecho a todo sobre nuestros hijos solo por el hecho de que somos sus padres?
En la mayoría de los casos es así y es normal que así sea, puesto que una gran parte del peso de su educación se sitúa bajo nuestra estricta responsabilidad. Pero precisamente por eso es importante poner el valor no solo los derechos que tenemos como progenitores sino también los deberes. Y entre estos deberes, el derecho a respetar y a preservar la imagen del menor debería ser una de las obligaciones principales. Nunca nos ponemos en la situación en la que algunos de nuestros hijos, ya de adultos, pueda llegar a reprocharnos en el mejor de los casos, o a denunciarnos, en el peor, el haber hecho pública su imagen, sus calificaciones, sus logros deportivos,… en redes sociales.
- ¿Están los menores desprotegidos ante este tipo de prácticas?
Legalmente no creo, existe una ley del menor que cubre bastantes situaciones, aunque no soy experto en el tema. Pero sí es verdad que, al igual que a sus padres, a ellos también les vendría bien una información detallada, clara y, sobre todo, persistente en el tiempo, sobre las consecuencias, los derechos y los deberes de hacer pública su imagen.
- ¿Qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos con este tipo de actos?
Más que el ejemplo, me parece más preocupante el mensaje que, de manera indirecta, les lanzamos. Les dejamos entrever que aquellas cosas que consideramos importantes conllevan una publicidad “globalizada”, es decir, hay que hacerlas públicas más allá del ámbito de “lo conocido”, de “lo cercano” a través de redes sociales, lo que implica dos cosas: buscar la aprobación de esa aldea global y generar, de paso, una tensión innecesaria en torno a la respuesta que esa red social proporciona a nuestro criterio.
Apenas nos paramos a pensar que al publicar lo que nosotros consideramos “sus logros”, o las cuestiones que nos parecen meritorias en ellos, estamos sometiendo nuestro criterio a una evaluación externa de la comunidad virtual y, de manera indirecta, también estamos dejando en manos de esta comunidad la estimación de sus logros. A la larga puede desembocar en una dependencia en torno a ese “exhibicionismo” y a la búsqueda de aprobación más allá de la estricta intimidad.
Para terminar, me gustaría dejar un par de preguntas a modo de reflexión ¿Qué sucedería si, al publicar las notas de nuestros hijos, por poner un ejemplo, la red social comenzar a a decir cosas como “en ese colegio se aprueba fácilmente”, o “dime de qué presumes y te diré de qué careces” o “las notas no están mal, pero seguro que podría dar mucho más de sí”? ¿Qué necesidad hay de correr ese riesgo?